jueves, 8 de octubre de 2015

Ruidos de ciudad


A las 6:00 se escucha el gallo cantar, media hora después se escuchan las campanas y a veces me pregunto si alguien irá a misa a las 7:00 a.m. Cuando ya amanece las aves gritan, no sé qué especie de ave sea pero siempre está en mi ventana, como si supiera que tengo que levantarme, abro los ojos y veo que me observa, está al pendiente.
Los niños nunca dejarán de gritar, los departamentos están callados como si no hubiera gente en ellos, quizá todos trabajan por las mañanas, lo bueno es que vivimos lejos de la calle y no corremos tanto riesgo para los ladrones. Me asomo por la ventana y veo la ardilla correr por la barda ¿los gatos se comerán a las ardillas? Veo que la pequeña ardilla se esconde en el gran terreno. En el kínder de al lado se escucha que ahora ensayan un musical (pero para qué fecha, si es octubre) “Luis mueve los brazos” cuando el mariachi loco suena muy fuerte.
Once, los niños salen al recreo, tantos gritos, tantos juegos, llantos, maestras gritando se desarrollan en media hora. Doce del mediodía las gallinas cacarean porque es probable que estén “poniendo”. El tren a lo lejos es casi la una de la tarde y pleno tren atraviesa la ciudad como si no fueran horas pico, como si la gente no tuviera hambre o tuviera que llegar al destino; busco rápidamente la guía o el horario del tren y lo único que encuentro son noticias de “el tren debería de entregar un horario” pero no, al gobierno de N.L. no le interesa que los ciudadanos normales les estorbe el tren para pasar; para colmo el tren se detiene a medio camino enfureciendo a taxistas, ruteros, maestros, niños gritando en los coches porque tienen hambre…
Mi gata maúlla porque es la hora de comer, se escucha que la vecina llega a comer y pronto se irá a las dos de la tarde. Abro la puerta del departamento y la música del vecino suena, lo bueno es que tiene buen gusto y no incomoda, comemos escuchándola.

Como ya es hora que mi casa esté llena, los ruidos ya no importan, todo vuelve a ser común.