Ya tenemos casi tres meses resguardados por un virus que
llegó así de repente, hice un repaso de los días encerrados en una casa, tres
personas: dos adultos, una niña y esto sucedió así.
Durante la primera semana mi hija se enfermó por una vacuna,
la urticaria le duró más de una semana, entre la temperatura, el cambio de
rutina y las desveladas no me podía adaptar en un horario fijo. Luego por
recomendación de una amiga, me dijo planea una rutina acorde a los horarios de
tu hija, sin descuidar lo demás, poco a poco creamos una rutina y hasta ahorita
me ha funcionado, todos los días nos bañamos a la misma hora, comemos en el
mismo horario y claro la hora de dormir se ha respetado (por lo menos el sueño
de ella) a más no poder.
Luego durante las semanas siguientes, me hice cocinera, hice
postres, pizza, pan de horno (jajaj me dio risa cómo quedó), luego llegó el
calor y comencé a hacer bollos de leche (unos cuantos) vi que me resultaba más
práctico comprarle a la vecina. Después mi hija comenzó a pintar, rayó todas
las paredes, le compré libretas, una caja de colores que le encantó, pintura
digital, a veces todavía pinta. Ahora estamos en la etapa de los bloques,
construye bloques. Mientras nosotros volvimos a agarrar la rutina de ver
series, películas de vez en cuando y yo comencé a desvelarme por las noches
para terminar mis pendientes.
A veces, algunos días son más caóticos que otros, pero sigo
en pie de continuar con mi rutina, una rutina que no falla sin estresarme si no
se cumple. He visto que los lunes son los peores días, más caóticos, más
intensos, porque uno pierde el hábito de estar sentado frente a la computadora.
Intenté hacer ejercicio, yoga, pero cada que hacía una posición el ser pequeño
de la casa se trepaba encima de mí, perdí la esperanza y mi cuerpo se
embarneció ajjaja.
La comunicación ha sido un poco rara, entro un poco más al
Facebook, comento un poco más. Las videollamadas aumentaron, incluso, pude ver
a mis tíos y primos que tenía mucho que no los veía, todos bien guapos como
siempre. En el trabajo los grupos de whats fueron quedándose callados, los
memes se fueron haciendo menos. Solo quedaron los mensajes de mis siempre
amigos, los de antaño, algunos de ellos han regresado y todos los días nos
hablamos solo para saber que seguimos de pie en esta cuarentena.
He disfrutado mi casa, mi familia, el ver crecer a mi hija y
en cuidar más a mi mamá (de vez en cuando voy, con todas las medidas de
seguridad, creo que es la persona a la que no puedo dejar de visitar, aún en
esta guerra).
No sé cuantos platos hemos lavado, cuantas comidas hemos
preparado, hasta hemos hecho platillos inventados, el reto: hacer algo con lo
que tengas en el refri. Aunque mis ojeras digan que estoy cansada, que ya me
vale salir sin maquillaje en las juntas, en las fotos del Facebook, ya saben
siempre estaré con la mejor actitud ante cualquier adversidad.
Hemos vivido la muerte de otras personas, de músicos, de
actores, etc. pero ya saben la vida sigue. Y si alguna vez te sientes que tu
día es caótico, aquí estaré para leerte, para darte apoyo o solo decirte: ¡me
imagino!
Comienzo a escuchar música cuando trabajo, eso va indicando
que me sigo adaptando a esta modalidad, tenía mucho que no lo hacía… voy viendo
un mejor panorama, creo que saldremos pronto de esto.
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