Ayer nos fuimos a la carretera, visitamos un municipio llamado Hualhuises, este lugar fue el lugar de mi infancia, mi mamá es de allá así que todas las vacaciones de semanasanta nos la pasábamos entre las huertas, los árboles de naranjas, los nopales, las vacas, los coyotes y la hiedra.
Eran vacaciones divertidas, toda la familia de mi mamá se iba al "rancho" nos encontrábamos allá y entonces los primos brincábamos a las huertas para jugar futbol en cualquier claro, la última vez que jugamos fue cuando yo tenía casi 16 años, supe que iba a ser la última vez, lo presentí. Todos chicos, grandes, pateábamos el balón para ganarle al contrario. No puedo negar ni menos presumir que era buena en el fut jajaja (vanidad) pero lo qe sí era es que me divertía muchísimo. Después de varias patadas, espinas en la ropa y balones que caían en la acequia. El sol cayó, todos cansados regresamos a casa, con las playeras llenas de tierra, zapatos sucios y sudor en la frente, regresábamos para la cena.
También recuerdo que en una ocasión, mis primos y yo nos sentamos en medio de las huertas para ver la oscuridad, sólo teníamos una lámpara. La apagamos para contarnos historias de terror. Esa vez nos regresamos por el ruido de los coyotes, nunca pensamos que nos podía salir una víbora o algún bichote, éramos niños.
Bueno, pero el viaje de ayer, destapó muchos recuerdo muy bonitos, que siguen aquí en estas locas líneas y que me agrada recordar.
Sé que algún día regresaré a Hualahuises y me quedaré a vivir allá.